Cuántos buenos recuerdos de mi chalet de LA Corala en Valladolid, fiestas y fiestas regadas con champán en compañía de bellas mujeres junto a hombres con relojes rolex de oro. Por la tarde la piscina Valladolid me servía para remojar a los niños y remojar las lorzas de mi mujer, pero cuando llegaba la noche y mi mujer llevaba a los niños a casa de su madre, empezaba la fiesta y todo era ostentación y lujo. La piscina estaba iluminada y era elegante y funcional, daba una apariencia de poderío a todo mi entorno. Entonces llegaba Clara con sus mellizos y su perro Pitbul, sus mellizos eran sus amantes chinos y su pitbul su guardaespaldas. Qué buenos ratos, que sensación de libertad. Nada llena más al hombre que la contemplación del agua, tenemos que estar cerca del agua porque lo llevamos en nuestros genes que aseguran nuestra supervivencia. Hasta los árabes que no son tontos gustaban de vivir cerca del agua, splash, splash. Ellos preferían sus fuentes porque no conocían las piscinas en valladolid. En la actualidad prefieren las piscinas a las fuentes y las más lujosas piscinas del mundo están en los hoteles de Qatar. Donde esté mi piscina que se quiten todas las demás, qué lujo, qué gozada, qué gusto. Lo mejor es despertarse por las mañanas de resaca y darse un chapuzón cuando todavía no ha amanecido o pasar toda lo noche oliendo el suave perfume del cloro entre las risas y el viento que agita las hojas de los almendros en flor, ante el desfile de las bailarinas, y la música de la orquesta de cámara en el cenador con una violonchelista pelirroja. Todo ello no sería lo mismo sin mi piscina prefabricada, ella es la que me da el nivel y no mi coche, ni mi casa, ni mis trajes de encargo. Mi brazo en la cadera de mi amante estilizada, en la otra mano una copa y mis ojos en el arrullo del agua de mi piscina de acero galvanizado Eso es saber vivir. Levanto mi copa por las piscinas climatizadas , por llevar la vida que llevo gracias a ellas. Salud.
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