El abuelo Jerónimo de Ampurias tenía su taller en una trastienda de su casa solariega, habilitada para los trabajos manuales que le daban la vida, tenía este hombre el cariño y afecto de sus paisanos y en especial de toda la chiquillería para la que este hombre representaba una forma de diversión sana y de entretenimiento, a la par que era valorado y reconocido por trabajar haciendo y desarrollando sus juguetes de madera y de materiales nobles que el trabajaba también e incluso en sus tiempos llegó a tener una fragua de soplador de vidrio, pues este hombre era sobre todo un artesano pero destacó en la labor de la creación de juguetes de madera.
Hacía el abuelo Jerónimo soldados de madera y bailarinas y con los dos elementos contaba un cuento que con el tiempo pensó que había escrito él, de tantas vueltas y revueltas que le dio al argumento original, una veces por duro y otras por triste y, ante todo, la inestimable colaboración del público infantil y su inocente manera de entender la realidad--que nunca es respetada en un adulto--también fueron factores que variaron tanto el argumento que al final sólo se mantuvo la construcción de los personajes, en madera, naturalmente.
El gato Luis era también otro de los personajes de madera creado por el abuelo Jerónimo, su historia le llegó en un sueño y cuando la contaba los niños sabían que no se le había ocurrido a él porque el abuelo Jerónimo no era tan listo, él no era un intelectual: él era un simple artesano. Lo que pasaba es que Dios bendecía sus proyectos y le soplaba ideas en sueños para que realizara su cometido, que no era otro que el de servir de entretenimiento a los chavales del lugar y exponer sus relatos con personajes salidos de su imaginación, aunque contasen una historia que no era la suya.
A veces los padres acompañaban a los niños y le daban al anciano latas de mecolotón en almíbar y confitados, hasta que un día una madre vio que en una esquina de la trastienda el anciano había construido sus propia destilería DE ALCOHOL y los chiquillos ya no volvieron más...pero el buen hombre no había construido su propia destilería de alcohol no porque fuera un borrachuzo sino porque era un artesano que se gozaba de los medio de destilación artesales...desde el bar del pueblo los padres de los niños, ya muy borrachos, se burlaban del pobre viejo y al final el anciano encontró a un ángel bebiendo en su trastienda su destilado de patatas, lo contó para ganarse el aprecio y reconocimiento de sus paisanos y entonces sí que se tuvo que marchar del pueblo...y todos los juguetes de madera corrieron detrás de él, el gato Luis, la bailarina y el soldado cojo y entoncés el ángel ordenó a sus huestes destruir el poblado pero Dios no le hizo caso porque estaba borracho.
FIN DEL CUENTO
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